Prefermento
150 gr de harina de fuerza
100 ml de leche entera tibia
1 cucharadita de azúcar
12,5 gr de levadura fresca de
panadería
Para la masa de roscón
550 gr de harina de fuerza
100 ml de leche entera tibia
25 gr de levadura fresca de
panadería
200 gr de azúcar
3 huevos
la ralladura de una naranja y un
limón
100 gr de mantequilla en pomada
30 ml de esencia de Azahar
2 cucharadas de ron
esencia de vainilla
1/2 cucharada de sal
Decoración: 1 huevo, 1/2 cucharada
de leche, 50 gr de azúcar, 1 cucharada de agua, fruta escarchada o almendras
El roscón de reyes es mi dulce
preferido de la navidad y aunque podemos encontrarlo con diferentes rellenos a
mí me gusta la receta tradicional. Si os animáis a hacerlo tengo que advertiros
que tenéis que tener paciencia porque no se puede hacer con prisas y hay que
respetar los tiempos de fermentado. Desde luego yo he probado diferentes
recetas de diferentes blogs y libros (y seguiré probando) pero de momento me
quedo con la receta que encontré en la página de recetas
de rechupete. Con la masa que obtenemos podemos hacer dos roscones
medianos.
Elaboración
Comenzaremos con la preparación
del fermento o masa madre. Ingredientes:
150 g de harina de fuerza
100 ml de leche entera tibia
1 cucharadita de azúcar
12,5 gr de levadura fresca de
panadería
En vaso ponemos la leche tibia y diluimos
en ella la levadura y la cucharada de azúcar. En un bol ponemos la harina,
hacemos un hueco en el medio y añadimos la leche con la levadura y vamos
mezclando primero con una cuchara o tenedor y después con las manos y hacemos
una bola. Con un cuchillo hacemos un corte en forma de cruz en la parte
superior. Llenamos un recipiente con agua templada y metemos esa bola dentro,
primero bajará al fondo de todo pero después de un tiempo (unos 10 minutos) veréis
que flota, en ese momento ya podremos utilizarla. Quitamos la masa del agua y
la ponemos en un bol.
Para la masa del roscón
550 gr de harina de fuerza
100 ml de leche entera tibia
25 gr de levadura fresca de
panadería
200 gr de azúcar
3 huevos
la ralladura de una naranja y un
limón
100 gr de mantequilla a
temperatura ambiente
30 ml de esencia de Azahar
2 cucharadas de ron añejo
una cucharada de esencia de
vainilla
1/2 cucharada de sal
Pondremos en un bol grande la
harina tamizada (dejaremos unas cucharadas para trabajar después la masa).
En otro recipiente batiremos los
huevos junto con el azúcar, la esencia de vainilla, ron y sal. Batimos bien
hasta que blanqueen los huevos y esté todo totalmente integrado. Rallamos un
limón y una naranja (sin la parte blanca que amarga) y añadimos a esta mezcla.
En un vaso ponemos la leche tibia
y diluimos en ella la levadura (25 gr).
En el centro de la harina hacemos
un hueco y vertemos la mezcla de los huevos y la leche con la levadura. Removemos
con una espátula de madera desde el centro hacia afuera y vamos poco a poco
mezclando con la harina. Añadimos la mantequilla (en pomada), la esencia de
azahar y la masa madre o fermento que tenemos reservada. Seguimos removiendo e
iremos obteniendo una masa pegajosa pero firme.
Ponemos harina en la encimera (o
untamos con un poco de aceite). Sacamos la masa del bol y empezamos a amasar
(para facilitar la tarea podemos untar con aceite las manos). A medida que
vamos trabajando la masa podremos manejarla con más rapidez y tendrá que quedar
elástica y homogénea. Hacemos una bola con la masa, la metemos en un bol enharinado
y la dejamos reposar tapada con un trapo de algodón hasta que doble su tamaño. Podéis
meterla en la nevera y continuar al día siguiente o dejar fermentar y seguir
con la receta.
Cuando la masa doble su tamaño
(unas 3 o 4 horas) la dividimos y formamos dos bolas, dejándolas reposar otros cinco minutos. Damos forma de roscón a las bolas introduciendo los dedos
en el centro y agrandando el agujero hasta el tamaño que queramos. Se puede
poner un vaso previamente aceitado en medio para que no se cierre la masa durante
la fermentación pero tendréis que quitarlo antes de ir al horno. Puede que os
parezcan muy delgados pero no os preocupéis porque tienen que duplicar su
tamaño.
Es el momento de meter la
sorpresa. La tradición manda un haba o una figurita, eso queda a vuestra elección,
pero debéis envolverla en papel film para que no se llene de masa.
Una vez dada la forma e
introducido el detalle lo ponemos en la bandeja del horno en la que habremos
puesto papel vegetal. Tapamos con un paño de algodón para que no se reseque
mientras crece. Dejamos reposar durante un par de horas hasta que los roscones
doblen su tamaño.
Batimos los huevos y añadimos
unas gotas de leche. Pintamos los roscones con la mezcla de huevo batido y
leche con una brocha de silicona con mucho cuidado para no pinchar el roscón.
Podemos poner encima la fruta
escarchada cortada o si no os gusta podéis ponerle almendras tostadas u otros
frutos secos. Preparamos el azúcar humedecido. Ponemos en un cuenco el azúcar
granulado y vamos agregando gotas de agua. Mezclamos con los dedos y cuando
este bien apelmazado, esparcimos sobre los roscones al gusto.
Precalentamos el horno a 180º C
temperatura arriba y abajo. Metemos primero un roscón y luego el otro. El
tiempo de horneado varía entre 18 y 20 minutos dependiendo del horno. Los
últimos 10 minutos de cocción le bajamos la temperatura a 170º C. Podemos poner
papel de aluminio por encima en caso de que se tueste demasiado hasta que está
cocido. Lo sacamos, dejamos enfriar y horneamos el segundo roscón.
Si preferís rellenarlo, cuando
esté frío lo cortamos a la mitad y ponemos el relleno que más nos guste: nata,
trufa, crema pastelera…
Merece la pena la espera, con un
poco de paciencia podéis conseguir un roscón con un aroma y un sabor que nada
tiene que ver con los que se compran envasados.
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